Dentro del proyecto de recuperación del patrimonio del pueblo, se emprendió un estudio de las cuevas tradicionales que todavía se conservaban en muchas de las casas provencianas.
El origen de estas cuevas era incierto, en el imaginario popular se habían asentado leyendas como que eran pasadizos que conectaban la Iglesia Parroquial con el Castillo de Santiago de la Torre situado a varios kilómetros de la población. Otros decían que eran pasadizos que conectaban las órdenes religiosas que había en el pueblo para que las monjas y los monjes pudieran tener encuentros.
Después de hacer un estudio arqueológico de las diferentes cuevas se llego a la conclusión de que solamente eran cuevas tradicionales que había en las casas para almacenar la comida y fermentar el vino en la época en la que todavía no había frigoríficos. Sus dimensiones se debían a que las cuevas ocupaban toda la vivienda y cuando los hijos partían el solar para hacerse su casa, no dividían la cueva. Quedando con el paso de los siglos ocupada toda una manzana de casas sin ninguna relación entre ellas, por lo que cuando bajaban a las cuevas las veían como algo inmenso y no se aventuraban a investigar su origen.
Hoy se está realizando un proceso de identificación de todas ellas para poder proceder a su recuperación como bien de interés cultural. Desde la Oficina de Turismo se realizan visitas periódicas a algunas de ellas.
Uno de los grandes descubrimientos que ha aportado el conocimiento de estas cuevas, ha sido que en una de ellas debido a su profundidad, ha llegado a los estratos ricos en industria lítica, cuyas piezas han ido a formar parte del Museo Paleolítico.